Las tantas críticas fuertes que
le hicieron surgir al cubismo pues todos querían saber sobre el arte que estaba
revolucionando la pintura.
Las siguientes críticas están tomadas de La Vanguardia del jueves 5 de octubre de 1911. El
crítico del periódico hace la suya propia, igualmente negativa, y considera al
cubismo como una excentricidad más de las que se producen en París, y escribe: "Esa
descomposición de la figura humana y de la naturaleza en sólidos geométricos,
colocando la pintura al nivel de los rompecabezas, es un entretenimiento como
otro cualquiera, que sólo tiene de malo el daño que puede inferir á esos
jóvenes que, impotentes para hacer lo que los artistas bien dotados hacen, se
figuran que con seguir el último figurín pictórico, están al cabo de la calle
para ser proclamados unos genios". Lo novedoso de su crónica
es que no se limita a repartir leña a los artistas, sino también a todos
aquellos que se declaran admiradores del cubismo, a los que considera "bodoques"
Más racional es el análisis que
realiza Georges Lecomte para "Le Matin", ya que procura no dejarse llevar por
las emociones y trata de indagar en los propósitos de los cubistas, aunque no
los comparta ni los entienda. Empieza por cuestionar el propio talento de los
jóvenes pintores, no sólo de los cubistas, sino en general, criticando su falta
de esfuerzo, interés y deficiente formación, creyendo que cualquiera puede
empezar a pintar y considerarse un genio. Es eso lo que les lleva a elaborar
obras "feas y arbitrarias, sin enlace con la vida, donde no halla
nuestra sensibilidad ninguna emoción de humanidad o de naturaleza. Es por ello
que les dejaremos con sus pueriles y fastidiosas geometrías a los señores
cubistas, quienes sólo aciertan a ver, en los seres humanos, triángulos,
cuadrados, cubos, paralelipípedos, etc.; [...] No discutimos su sinceridad.
Pero su empresa deformadora es demasiado opuesta a todas las nociones de lo
bello" y resulta
incomprensible.
En la misma línea de este
último, y en el mismo periódico, apareció otra crítica que se burlaba
abiertamente del cubismo y los cubistas: "El Salón de Otoño consagró ayer,
definitivamente una nueva escuela de pintura que va a trastocar el mundo. Es el
cubismo. El cubismo no consiste como pudiera suponerse, en pintar
exclusivamente el cubo. El cubista conoce también el trapecio y toca
agradablemente el triángulo. El polígono, el exágono y el rectángulo le son
familiares", y
continúa en el mismo tono de mofa el resto del artículo. No podía imaginar
aquel columnista lo acertado que estaba en sus premoniciones sobre la fuerza
transformadora del cubismo, aunque no en la dirección que él apuntaba.
Gabriel Mourey,
en "Le Journal", no creía ni en el porvenir del cubismo ni
de Picasso ya que "el cubismo
ha dicho su última palabra: es el canto del cisne de la impotencia presuntuosa
y de la ignorancia satisfecha". No parece que tuviera mucho futuro
como adivino.
En el "Excelsior"
simplemente se decía que las pinturas de la sala de los cubistas causaba risa: "En
la sala de los cubistas, la más franca de las risas resonó hasta las cinco de
la tarde. Si esos señores no sucumben bajo el peso de su éxito bufo, es que
tienen la epidermis muy dura".
Despiadada fue también la
crítica de Louix Vauxcelles en "Le Gil Blas", no ahorrando
calificativos: llamó a las obras cubistas "infames embadurnaduras";
"La gouter" de Metzinger era "La Joconda à la cuiller", de pechos
romboédricos"; la pintura de Marcel Duchamp una tortilla
rocosa y patatas crudas; las mujeres de Lafresnaye, dibujos deformados de
Matisse; Léger "practica el tubo y no el cubo. Él enchufa tubos de
canalización. Esto no es pintura sino trabajo de plomero"; y concluía
llamando a los cubistas "bípedos del paralelípedo". Desde luego no puede negársele
ingenio, otra cosa es compartir sus criterios., que reconociéndose tontos de capirote, buscaban qué poseían de
excepcional tales producciones, que a ellos se le escapaba en su corta
comprensión".
Para profundizar algo más en algunos de los
aspectos tratados en el artículo, pueden leer el Manifiesto Cubista de Apollinaire y
visitar la página oficial del Salón de Otoño de París (en francés)
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